Impulsado por los buenos perfiles de suelo y una exitosa campaña gruesa, se adelanta una temporada que podría ser histórica.
La campaña 2024/25 de trigo muestra un horizonte prometedor, impulsado por un incremento significativo en el área sembrada. Según relevamientos satelitales realizados en la región núcleo, la superficie implantada alcanzó los 6,91 millones de hectáreas, lo que representa un aumento de 227.000 hectáreas respecto a las estimaciones iniciales. Con un rinde promedio nacional de 30,4 quintales por hectárea, la producción del último ciclo se situó en 20,1 millones de toneladas.
La gran novedad para el sector es el crecimiento proyectado para la próxima campaña. En consonancia con estimaciones de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, su par de Córdoba, CREA y Argentrigo, la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) prevé un aumento de 300.000 hectáreas, lo que elevaría la superficie triguera nacional a 7,2 millones de hectáreas. Este valor no solo representa la mayor siembra de los últimos 15 años según los registros de la BCR, sino que además se posiciona como la cifra más alta en casi tres décadas a nivel nacional, cercana al récord histórico de la campaña 1982/83, cuando se implantaron 7,4 millones de hectáreas.

Un contexto climático favorable y mejores insumos impulsan al cereal
El trigo cuenta con un aliado clave: la recuperación hídrica experimentada entre finales de febrero y abril, que incluso supera los niveles de mayo de 2021, cuando se logró una siembra de 6,9 millones de hectáreas y una cosecha histórica de 23 millones de toneladas. Además, las proyecciones climáticas para los próximos meses anticipan lluvias normales o superiores al promedio hasta octubre/noviembre, fortaleciendo las expectativas de un buen desarrollo del cultivo.
Otro factor determinante es la baja en los precios de la urea, un insumo clave para el cereal, que genera un incentivo adicional para los productores. Sin embargo, para alcanzar buenos márgenes, será necesario un fuerte compromiso en tecnología, especialmente en campos alquilados, donde los rindes de indiferencia siguen siendo altos en comparación con los históricos. A pesar de que la cosecha aún presenta demoras y quedan decisiones por tomar, los relevamientos sugieren que los productores están dispuestos a “apostar por algo más”.