Nada de lo acontecido políticamente a nivel nacional nos sorprende. La Libertad Avanza se estaba transformando en La Libertad Retrocede. Lo veníamos alertando desde esta columna, con titulares como “Es la economía, estupido” o “La película que vimos ya está en Netflix”, haciendo referencia al menemismo de los 90. No hay que ser economista para entender que la famosa macro no le llega a la gente de a pie. Y menos cuando no se cree en la importancia del Estado, que debe tener presencia activa en la salud, la educación, la asistencia social, las políticas de empleo y la obra pública.
Es una estupidez absoluta decir que en provincia de Buenos Aires no saben votar, como dejaron trascender algunos empresarios cordobeses que conocen mucho de timba financiera, pero carecen de materia gris y humanidad. Para entender cómo se ha construido en los últimos 75 años el poder político y económico en el territorio que ostenta el 55% del electorado nacional, deberían leer ‘El Nudo” del periodista e historiador Carlos Pagni. La fuerza encabezada por el gobernador bonaerense con el armado territorial de Massa, ganó también los distritos de la zona núcleo agropecuaria y agroindustrial. Kicillof es el gran ganador porque impuso su propia estrategia, sin escuchar a CFK y La Cámpora, y en su discurso ya habló de “peronismo” y no de “kirchnerismo”. Después de octubre veremos si Axel se erige como el conductor del peronismo nacional, que nuevamente sienta bases sólidas en el mayor distrito del país. Y también sabremos qué potencia alcanza la liga de gobernadores abroquelados en el nuevo espacio Provincias Unidas. No podemos perder de vista que Llaryora, Pullaro, Torres, Kicillof, entre otros, son parte de la nueva generación de dirigentes que tienen aspiraciones presidenciales.
Desde el atril de la derrota, Milei parece que no acusó el golpe, ya que mencionó que profundizará la misma receta. Con cambiar nombres en un gabinete no le alcanza para ser opción en 2027. Las urnas le exigieron y le seguirán pidiendo más pragmatismo, más sentido común, más federalismo, y menos dogmatismo, menos discurso de odio y menos violencia. Haber dejado el armado político en manos de su hermana y “cajera” Karina, fue una locura, como exigir pintarse la cara de violeta a los dirigentes radicales y del PRO. Ni siquiera le han podido cumplir las promesas al campo, tal vez el sector que estaba más esperanzando con la quita de impuestos distorsivos como las retenciones, y con leyes que puedan potenciar las inversiones para generar valor agregado en origen. Ni hablar de todo lo que fagocitaron en contra de las universidades públicas, la cultura, el INTI, el INTA, el Garrahan, y los discapacitados. Utilizando el ajuste y la motosierra como bandera, manosearon la identidad argenta, e intentaron destruir todo aquello de lo que nos sentimos orgullosos en cualquier punto del país.
El Gobierno solo vio una foto trágica en PBA. Pero la película será de terror en octubre, y los “aliados” abandonaran el barco como ratas. Es casi imposible saber lo que necesita un país con un “experimento” de presidente que tiene miedo de caminar por el interior profundo, y que tiene pánico de estar en contacto con el pueblo.